El desacuerdo fue tal que los ministros de Agricultura de los Veintisiete reunidos ayer en Bruselas decidieron no votar la aprobación de la patata modificada genéticamente. Así, la aprobación siguió adelante, sin votos, para no escenificar el desencuentro. La caliente patata transgénica queda ahora en manos de Comisión Europea, que hace un año ya dio luz verde y que ahora tiene tres meses para decidir. España apoya su venta, mientras que Alemania, Austria, Letonia y Dinamarca se oponen e impiden el pacto. Los ministros de la UE también retrasaron la aprobación de cuatro variedades de maíz transgénico por la misma razón.
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martes, 19 de febrero de 2008
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